Hoy os traigo una sesión familiar en Mojados que es muy especial para mi.
Diréis que todas lo son, y sí.. es verdad, todas y cada una de las sesiones que hago dejan huella en mi.
Y luego están esas que directamente me marcan el camino, esas que cuando pierdo el rumbo me recuerdan qué es lo verdaderamente importante, esas que despiertan mis sentidos y me hacen imaginar cómo serán esas familias con el paso de los años y qué foto será la que escojan sus nietos para colocar en un lugar privilegiado de su recién estrenada casa cuando se casen… Esta, esta es una de esas sesiones.
Conocí a Oscar y Andrea hace unos años, cuando otra pareja a la que adoro les regaló su primera sesión newborn al nacer su querida Sofía. La vida les asestó un duro golpe al arrebatársela demasiado pronto, pero jamás perdieron la fuerza. Hace poco, cuando les entregué su reportaje, me mostraban ilusionados las paredes de su casa adornadas con aquellas primeras fotos y me contaban anécdotas como la de las zapatillitas que tienen enmarcadas en su salón. Al entrar en el ascensor no podía dejar de llorar… yo formaba parte de esos recuerdos!
Me lo contaban con tanta ilusión que sé que su angelito está muy presente en su día a día. Y en ese día a día llegó Mario, y Mario es… todo.
Es amor, es dulzura, es alegría, es fuerza, es carisma, es pura energía!
Y yo he tenido de nuevo el privilegio de volver a congelar una tarde de sus vidas para siempre…¡¡¡GRACIAS!!!
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